Lo que parecía una simple imagen de vacaciones entre dos celebridades escondía una historia que sacudiría los cimientos de los concursos de belleza. La protagonista: Marjorie Wallace, la primera estadounidense en coronarse como Miss Mundo. A su lado, el legendario cantante Tom Jones, ícono de los años 60 y 70. Pero detrás de esas sonrisas y abrazos veraniegos había un secreto que terminó con la reputación de la reina y la hizo perder su título.
Durante décadas, Tom Jones fue sinónimo de éxito y seducción. Su poderosa voz y carisma desbordaban los escenarios, y su fama de galán no era una simple exageración: él mismo confesó haber tenido relaciones con cientos de mujeres al año. Todo esto, mientras su esposa Linda lo esperaba en casa, en un matrimonio que duró casi seis décadas hasta su fallecimiento en 2016. La pareja mantenía una especie de acuerdo silencioso: cuando él salía de gira, se evitaban las preguntas incómodas.
En ese contexto de fama y excesos, apareció Marjorie Wallace, una joven deslumbrante que comenzaba a escribir su propia leyenda. Nacida en 1954, su vida cambió radicalmente al ser coronada Miss Mundo en 1973, con apenas 20 años. Lo que prometía ser un reinado dorado pronto se convertiría en una tormenta mediática.
Marjorie conoció a Tom en el camerino del London Palladium poco después de ganar el certamen. La atracción fue inmediata, y en cuestión de semanas compartían cenas, regalos y escapadas románticas. Tom, incluso, compró pulseras idénticas para ella y su esposa, una coincidencia de cumpleaños que no hizo más que alimentar la controversia.
Lo que realmente encendió las alarmas fue un viaje a Barbados, donde las cámaras captaron a la pareja besándose en la playa. Ese gesto, visto por millones, fue suficiente para que los organizadores del certamen consideraran que Wallace había violado las normas del título, ya que además mantenía un compromiso con el piloto Peter Revson, otro nombre famoso con el que compartía una relación paralela. La imagen pública de la Miss ya no encajaba con los valores que exigía el certamen, y se le retiró la corona.
La tragedia no tardó en golpear nuevamente. Poco después del escándalo, Revson falleció en un accidente automovilístico mientras entrenaba para una carrera. Llevaba colgado al cuello un medallón que Marjorie le había regalado, lo que añadió un tono aún más melancólico a la historia.
Acorralada por el escándalo, la presión mediática y el dolor emocional, Marjorie sufrió un colapso y fue hospitalizada tras una sobredosis de somníferos. Aunque ella siempre negó que se tratara de un intento de suicidio, admitió que estaba pasando por un momento difícil y que todo se le vino encima. Su recuperación fue lenta, pero logró salir adelante y reconstruir su vida.
Pese al distanciamiento, Tom Jones se preocupó por ella. Mientras actuaba en Las Vegas, envió flores y mensajes de apoyo, demostrando que, más allá de la pasión, también existía afecto genuino. Meses después, volvieron a verse en México, aunque su relación nunca volvió a ser la misma.
Marjorie no se quedó estancada en el pasado. Continuó su carrera en el mundo del espectáculo, trabajando como presentadora de televisión y participando en campañas publicitarias para grandes marcas. Su vida amorosa también fue movida: se casó en varias ocasiones y tuvo un hijo, pero ninguno de sus matrimonios fue duradero.
Hoy, con 71 años, Marjorie mantiene un bajo perfil, aunque sigue en contacto con Tom Jones, quien ahora es jurado de programas de talentos y continúa vigente en la industria musical. Aunque evita hablar del romance que cambió su vida, reconoce que le guarda cariño y que valora su amistad.
Historias como estas demuestran que detrás de la fama y los focos hay vidas reales, con emociones intensas, decisiones difíciles y consecuencias que pueden marcar para siempre. Lo que comenzó como un romance secreto terminó siendo un escándalo que quedó grabado en la historia de los concursos de belleza. Y lo más sorprendente es que todo comenzó con una imagen aparentemente inocente.